Ya han terminado las semanas más esperadas del año - y también las más temidas. Aquellos 20 o 25 días en los que nos levantamos antes de que salga el sol y nos vamos a dormir mucho más tarde, después de que se haya puesto. Son días de nervios, emoción, estrés, sudor... pero también de muchas sonrisas. La vendimia es así: intensidad pura, un coupage de sensaciones que, pese al cansancio, nos recuerda por qué amamos tanto este proceso.
Curiosamente, durante el año, siempre pedimos al cielo que llueva, pero cuando llega la vendimia y preferimos que haga buen tiempo para avanzar, la lluvia suele realizar acto de presencia. Es como si la naturaleza nos invitara a parar, reflexionar y tomar aire. Y, al final, estos dos o tres días de paro se convierten en una pausa necesaria para cargar pilas y volver con energías renovadas, disfrutando más aún de cada momento.
Este año, aunque la sequía sigue presente, la vendimia fue mucho mejor que la anterior, en parte gracias a las lluvias de primavera. Además, hemos aprendido mucho de las experiencias pasadas. Saber qué hacer y, sobre todo, qué no hacer para proteger las cepas frente a la sequía ha sido clave. El trabajo también es más fácil escogiendo variedades autóctonas como el Sumoi o el Cartoixà, con una buena resistencia a la sequía, hacia otras variedades menos adaptadas a nuestros suelos y clima. Con cada año que pasa, sumamos experiencia y aprendizajes que nos hacen más sabios y más capaces de adaptarnos a las cambiantes condiciones de la tierra. Y esto se nota en la calidad de la uva que cosechamos, año tras año.
Cuando elaboramos vinos naturales, el viñedo es el protagonista indiscutible. La vendimia es el momento en que podemos apreciar de forma clara el trabajo bien realizado durante el resto del año. Ahora que ya tenemos toda la uva prensada, le dejamos seguir su curso, sin intervenciones artificiales. Nosotros hemos hecho nuestra parte, y ahora toca que el vino se vaya haciendo. Ésta es la belleza de los vinos naturales: la pureza, la honestidad de la uva en su expresión más desnuda, sin añadidos que modifiquen su carácter. Lo que hemos cogido con nuestras manos estos últimos días es exactamente lo que va a llegar a las botellas. Uva sana, sin pesticidas, rodeada por el canto de las golondrinas, por el sonido de la Marinada pasando entre los olivos y algarrobos, y por el aroma de romero y tomillo que llena nuestros viñedos.
Ahora, os dejamos con algunas fotos de esta vendimia - y una entrevista que nos hicieron en el Diari de Tarragona - mientras nosotros nos tomamos un merecido descanso para recuperar fuerzas y disfrutar del trabajo realizado. Han sido semanas intensas, un auténtico no parar, pero cada año sentimos la misma satisfacción: saber que todo este esfuerzo se verá reflejado en cada botella de 9+ que abrís.
Ah, y si sois de los que os da cierto asco ver cómo pisan la uva con los pies, ¡no os preocupéis! Nosotros utilizamos una prensa, porque si no, no terminaríamos nunca.
Ale, Salut!❤️
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